Empieza el año escolar y hay nuevos gobiernos locales, todos hablan de los niños y niñas que ingresan a la escuela, de los procesos de matrícula, de los cupos disponibles, de los útiles escolares. Nadie habla de los niños y niñas que, en edad escolar, nunca han pisado un colegio regular, de los niños y niñas con discapacidad segregados en ofertas que no son educación, o que simplemente se quedan en sus casas.
En septiembre de 2019 DescLAB lanzó su más reciente publicación Escapar de la Exclusión. Un informe de derechos humanos sobre la cantidad de niños y niñas con discapacidad por fuera de la escuela regular. Esta publicación, además, explora los logros y retos pendientes de la capital colombiana en relación con los estudiantes con discapacidad. Acá les contamos las 7 deudas de Bogotá cuando se trata de educación inclusiva.
Deuda 1. Hay más de 26.800 niños y niñas con discapacidad excluidos de la educación regular en Bogotá. A pesar de ser la ciudad más grande, rica y desarrollada de Colombia. De haber sido gobernada por la derecha y por la izquierda, Bogotá está lejos de garantizar el acceso a los niños y niñas con discapacidad a la educación inclusiva. Mientras que la Capital tiene 1,38 millones de niños y niñas matriculados, solo el 1.1% tienen una discapacidad. DescLAB estima que Bogotá debe tener 3.03% de niños y niñas con discapacidad matriculados, estos cálculos se hacen de acuerdo con la información censal disponible.
Esos niños y niñas que no van a la escuela se quedan en sus casas, van a la oferta social segregada del Distrito y a la oferta privada, ninguna de esas ofertas es educación formal. Es decir, todos esos niños y niñas tienen su derecho a la educación vulnerado. Pareciera que, mientras que es gravísimo que un niño cualquiera no asista a la escuela y esté en un semáforo, si el mismo niño tiene una discapacidad, resulta menos grave o, hasta mejor, que no vaya a la escuela.
Deuda 2. Las niñas con discapacidad están en mayor riesgo de exclusión educativa que sus pares hombres. La educación inclusiva requiere una potente mirada y acciones de género diferenciadas. Las niñas con discapacidad están menos presentes en la escuela, sus familias y las escuelas les imponen mayores barreras de acceso que hay que superar. En el informe "Escapar de la Exclusión" les contamos cómo se comporta la brecha de género en la ciudad. Pista: en Usme, Tunjuelito, Ciudad Bolívar y Fontibón la brecha de género es mucho menor. Una buena noticia: una vez las niñas con discapacidad logran acceder, la escuela en Bogotá logra protegerlas, la deserción no es más alta para ellas.
Deuda 3. Hay barreras de acceso, pero también hay barreras a lo largo de toda la trayectoria educativa. La educación inclusiva es, para niños y familias, una carrera de obstáculos, una carrera de velocidad y una carrera de resistencia. Todo en uno, sin entrenamiento alguno. La mayoría enfrenta barreras de acceso, no reciben a sus hijos, les asignan colegios alejados, sin accesibilidad, sin personal de apoyo, etc. Pero el parto está lejos de acabar. A lo largo de trayectoria escolar surgen otros obstáculos, maestros que se rehusan a hacer su trabajo, que niegan apoyos o ajustes, que buscan que el estudiante y su familia se cansen y se vayan.
Deuda 4. La discapacidad mental es muy baja en Bogotá cuando se compara con Colombia, ¡acá pasa algo raro! Este tipo de discapacidad pone en mayor riesgo de exclusión escolar a los estudiantes que la tienen. Mientras que en Colombia este tipo de discapacidad ocupa el segundo lugar de todos los/as estudiantes matriculados/as, en Bogotá está en el octavo lugar. No puede ser que los niños y niñas con necesidades de salud mental ocupen un lugar tan bajo. Hay dos opciones: los retos y las necesidades están en las escuelas, y estamos haciendo poco por hacerlas visibles; o los retos de la salud mental hacen que los estudiantes deserten de la educación regular y por tanto no las vemos.
Deuda 5. En Bogotá hay altas concentraciones de algunos tipos de discapacidad por localidades y por colegios. Bogotá aún necesita distribuir de mejor manera a todos los estudiantes con discapacidad en todos los colegios, sigue operando en la ciudad un patrón de concentración de algunos tipos de discapacidad en algunos colegios que se especializan en algunos tipos de discapacidad. Esto es incompatible con la idea de educación inclusiva. Pista: la localidad de Los Mártires concentra cerca del 25% de todos los estudiantes con autismo de la ciudad. No puede ser que algunos colegios que tienen buenos procesos de inclusión se vean sobrecargados mientras otros colegios no asumen el reto de la educación inclusiva con responsabilidad.
Deuda 6. Los colegios privados escasamente asumen el reto de la educación inclusiva. Existe una brecha entre la educación pública y privada en Bogotá cuando de educación inclusiva se trata. Mientras que hay un balance en la distribución de estudiantes en general, el 57% está en la educación pública, el 43% en la educación privada; para los estudiantes con discapacidad está proporción se desbalancea, el 73% está en la educación pública y el 27% en la educación privada. Es decir, los estudiantes con discapacidad tienen pocas oportunidades de asistir a la educación privada, pareciera que algunos tienen licencia para excluir y discriminar.
Deuda 7. La extraedad es rampante y es una trampa para la inclusión social en la vida adulta. A pesar de los avances en educación inclusiva la deuda histórica con las personas con discapacidad que cuando eran niños no lograron acceder y graduarse de bachiller sigue a la orden del día. La capital tiene poca oferta de educación para adultos que le permita a las personas con discapacidad acceder a la educación cuando por su edad avanzada ya no pueden regresar a la escuela regular. Así, la educación inclusiva se ha vuelto una carrera contra el tiempo, en donde cada día cuenta, y si no cuenta, juega en contra para excluir a niños y niñas con discapacidad. Pista: Teusaquillo y Rafael Uribe Uribe son las localidades con mayor extraedad.
La baja deserción es el mayor logro de Bogotá. En contraste con el pobre acceso de las personas con discapacidad a la escuela regular en la ciudad, la baja deserción hace brillar a la capital. Mientras algunas de las ciudades con mejor acceso como Medellín, Manizales y Pereira tiene tasas de deserción superiores al 8%, en Bogotá, la tasa de deserción para estudiantes con discapacidad es del 2,28%, inclusive por debajo de la tasa de deserción para los estudiantes en general que es del 3,39% (Con cifras del SIMAT).
DescLAB en su eje de trabajo #Monitoreamos produce conocimiento, está atento, vigila y monitorea la implementación del derecho a la educación inclusiva. Revise acá nuestra publicación: Escapar de la Exclusión.