La primera vez que hablé de muerte digna con mi mamá fue en el 2014 sobre el caso de Brittany Maynard. Esta mujer de 29 años tenía un cáncer cerebral muy agresivo y había decido irse al estado de Oregon (Estados Unidos) para poder ejercer su derecho a morir dignamente a través del suicidio asistido. Recuerdo que ese día 一por nuestro desconocimiento一 pensamos que la única opción para morir en nuestro términos era viajar a Estados Unidos. Ese día mi mamá me dijo: “nos vamos tres a Oregon y vuelven dos”.
Luego de informarme sobre el derecho a morir dignamente supe que la eutanasia en Colombia es legal y que cada persona, si cumple con los requisitos, puede acceder a que un profesional de la medicina lo ayude a morir. Para mi fortuna, siempre he podido comunicar mis deseos y he recibido el apoyo de mi familia. Por eso, mi voluntad anticipada ha sido acceder a la eutanasia si llego a necesitarla.
No obstante, algo que me costó, pero que entendí con el tiempo, fue que los temas sobre muerte digna no son necesariamente decisiones individuales. Ejercer el derecho a morir dignamente en cualquier parte del mundo es una decisión conjunta entre la persona y sus seres queridos.
La eutanasia, en la mayoría de los casos, involucra a las personas más cercanas y son ellos quienes hacen valer las voluntades anticipadas cuando se requiere. Por este motivo, es fundamental hablar con quienes queremos sobre nuestra voluntad y deseos en el fin de la vida, pues serán ellos quienes comunicarán lo que esté diligenciado en el Documento de Voluntad Anticipada (DVA). Es decir, será mi familia quien me ayude a ejercer mi derecho a la eutanasia y a una muerte digna cuando lo necesite.
Ahora que sabemos lo importante que es comunicar nuestra voluntad, ¿qué hay que tener en cuenta para hacerlo? Acá les contamos 4 pistas para llevar el tema a la mesa del comedor.
Pista 1. No existe el momento perfecto para hablar sobre el tema.
Algunos temas son más difíciles de abordar que otros y en ciertos entornos sociales o familiares, es aún más delicado. Por ejemplo, hablar de la eutanasia en la casa del abuelo conservador en la mesa del comedor 一probablemente一 no será una excelente idea. Por eso, la primera noticia es que no habrá un momento perfecto para hablar sobre la muerte y, si nos quedamos esperando a encontrarlo, lo más probable es que terminemos postergando la conversación.
La otra noticia es que hay momentos mejores que otros. Dependiendo de nuestra personalidad y las relaciones personales que tengamos, cada uno decidirá cómo le conviene más abordar la conversación. Tal vez no hay que hacer de la conversación un evento, ni tampoco hay que hablarlo con muchas personas a la vez. Escoger un familiar cercano y comentarle mientras toman café es una buena idea para comenzar. Siempre hay que tener en cuenta que, si es de nuestro interés tomar decisiones sobre el fin de la vida, es indispensable que nuestra familia y amigos estén al tanto.
Pista 2. No hay que tener todas las respuestas sobre la muerte y la eutanasia.
Es curioso que en Colombia (a pesar de nuestra historia repleta de muertes) no hablemos sobre el derecho a morir dignamente, en especial de la eutanasia, porque es un escándalo. Para romper esa barrera lo primero es estar informados: saber qué es la eutanasia o qué son los cuidados paliativos. Vale la pena saber también cómo puedo ejercer ese derecho, es decir, cuál es la ruta a seguir y qué requisitos debo cumplir. La información hay que tenerla clara para no caer en trampas y falacias durante las conversaciones con otras personas.
Revise la estrategia #TomaElControl de DescLAB: ahí está toda la información, los formatos, las rutas, las preguntas más frecuentes.
Una vez esté todo claro, una de las mejores formas de comenzar esa conversación es haciendo preguntas: ¿estás de acuerdo con la eutanasia?, ¿conoces a alguien que la haya solicitado?, ¿has pensado si es una posibilidad cuando tengas de una enfermedad terminal? o ¿por qué crees que no nos gusta hablar de la muerte? Al evaluar las posiciones de la familia y amigos frente al tema, podrás saber de qué manera abordarlo sin que sea un evento traumático. Para comenzar, podemos contarle a un familiar que leímos un artículo sobre eutanasia y nos parece interesante preguntarles qué opinan sobre este tema. Solo es cuestión de hacer una pregunta.
Pista 3. No hay que tener claridad sobre todas las decisiones frente a la muerte digna, se vale pensarlo.
Es probable que el día en el que comenzamos a pensar sobre el fin de la vida, las decisiones no estén del todo claras. Yo me demoré un tiempo mientras entendía cómo funcionaba el tema, por qué era un derecho, cuáles eran las diferencias entre las opciones y por qué valía la pena pensar en esto. Una vez entendí la importancia de conocer sobre el derecho a morir dignamente y la voluntad anticipada, pude tener mayor claridad sobre lo que quería para mi vida.
No obstante, el hecho de no tener todo claro no fue una razón para postergar la conversación. Hablar con las personas que nos rodean sobre este tema nos ayudará también a aclarar las dudas que tenemos y escuchar los miedos y certezas de las otras personas. Tal vez esa sea una entrada para conversar: “He pensado sobre morir dignamente y la eutanasia y tengo dudas”. Otra opción es imprimir el Documento de Voluntad Anticipada de #TomaElControl y leerlo en conjunto con otras personas cercanas que estén interesadas. Tal vez al leerlo en compañía podrán discutir qué opción se adapta al momento de la vida en el que cada uno está y habrá mayor claridad para tomar decisiones.
Pista 4. A nadie le gusta hablar de la muerte, hay que vivir con eso.
A mí tampoco me gustaba hablar de la muerte, sobre todo, cuando se trataba de la muerte de las personas que más quiero. Actualmente, todavía me cuesta 一unos días más que otros, pero no tanto como antes一. Conozco personas que no pueden hacerlo porque creen que algo malo va a pasar o van a “llamar a la muerte”. Crecimos en una cultura que nos ha proyectado muchos miedos sobre ese momento hasta el punto en el que ni siquiera podemos pensar en esa posibilidad para nosotros o las personas que nos importan. Pero como nos lo demuestra el momento en el que nos encontramos por cuenta del COVID-19: la única certeza que existe es que nos vamos a morir.
Para mí, pensar y hablar de la muerte no es más que ser consciente de un momento de la vida y asumir que 一a pesar de lo mucho que lo negamos y evadimos一 va a ocurrir. Firmar y diligenciar un DVA es una decisión que tomé para armonizar todos los momentos de mi vida. Es un acto de responsabilidad con el futuro. Además, se trata de tomar decisiones sobre nuestro cuerpo cuando haya una enfermedad que nos cause dolor. Aunque es normal sentir miedo cuando hablamos de temas incómodos, lo ideal es que empecemos a normalizar el hecho de que la vida es finita. Por eso no se trata de pensar y hablar sobre la muerte y la eutanasia cuando seamos viejos o cuando estemos muy enfermos; se trata de reflexionar desde hoy cómo quisiéramos el fin de la vida en un momento de enfermedad y dolor.